martes, 25 de marzo de 2008

CAPTURING THE FRIEDMAN'S o cómo se hace un buen documental

Hasta 1987, los Friedman, una familia de clase acomodada que vivía en una incipiente urbanización de Long Island (Nueva York), eran el vivo ejemplo del sueño americano para la clase media. Un día, la policía descubrió que el padre, Arnold, había recibido por correo una revista con pornografía infantil. Lo que vino después sería un calvario de acusaciones de pedofilia y abusos sexuales para el padre y el hijo menor, Jessie. Esta dura, real, ejemplar y perfectamente documentada historia, nos la ofrece en hora y media el director Andrew Jarecki. Son muchos sus logros y más todavía sus hallazgos. Porque Jarecki no solo consigue “capturar a los Friedman”, retratarlos, radiografiarlos, y con ellos a toda la clase media, sino que de paso pone contra las cuerdas todo un sistema de justicia, basado en una investigación, cuando menos, dudosa, llevada a cabo sin tacto y con una sorprendente desidia por los derechos de las personas.
Suena en su arranque una melodía country que avanza en su letra: “quise ser una estrella del cine y la televisión”. En este tour documentado y nada ficticio, Jarecki nos demuestra que efectivamente, los Friedman se convirtieron en estrellas de la televisión, aunque de la otra, de una televisión que lincha, enjuicia e incrimina con una sola palabra: pedofilia. No hay un protagonista único, sino más bien una fotografía coral y moral de ese idílico Great Nick (Long Island, N.Y.), ejemplo paradigmático en el que descansa la clase media americana. Y sin desvelar más cosas sobre esta magnífica y estremecedora película, basta decir que Capturing the Friedmans es un ejemplo de documental en desuso en el que predomina el recorrido sobre las tesis, y los testimonios sobre las doctrinas de su director.


Un chico listo
Andrew Jarecki ha ganado mucho dinero, pero no ha sido con su documental. Este joven neoyorquino se hizo de oro hace unos años cuando la todopoderosa AOL (American On Line) se interesó por su trabajo con MovieFone, una empresa que él mismo había fundado para vender entradas de cine a través del móvil e internet. Fue en 1999 cuando la multinacional se la compró por la módica cifra de 388 millones de dólares.
El dinero le sirvió para pagarse vicios y placeres. Uno de ellos, el documental. Y en esas andaba, preparando un trabajo que se iba a titular THE CLOWN (El Payaso) sobre la vida de estos singulares profesionales que se ganan la vida animando fiestas y cumpleaños infantiles en la ciudad de Nueva York. El principal protagonista del documento era David Friedman, prácticamente el número uno de los payasos, según Jarecki. “Cuanto más tiempo pasaba con David cada vez era más fuerte la sensación que tenía de que me esta ocultando algo, pensaba que no me estaba contando toda la historia (de su vida). Cuando le preguntaba sobre su familia me salía con historias muy ingeniosas (sobre ellos ) pero todo sonaba incompleto”.
Y así surgió toda la historia de los Friedman, las entrevistas con la madre de David, con los policías que llevaron el caso y con el resto de su familia.
Sin menospreciar el trabajo de investigación de Jarecki, su documental caminaría con muletas si el hijo mayor, David, no hubiese grabado casi toda su vida en cintas de super ocho. Gracias él, y a sus casi 50 horas de material, la vida de los Friedman se nos presenta tan terriblemente cercana que lo imposible se convierte en inevitable. Así, algo que nació con la ingenua pretensión de retratar la vida de los payasos en la Gran Manzana, se ha convertido en uno de los mejores documentales de la historia, ganador de premios tan prestigiosos como el del último Festival de Sundance, y al que podemos sumar el Premio al Mejor Largometraje en Documenta Madrid 2004.

Dirección, guión y producción: Andrew Jarecki.
Música: Andrea Morricone.
Intérpretes: Arnold Friedman, Elaine Friedman, David Friedman, Jesse Friedman, Seth Friedman, Howard Friedman.
Desde el 21 de mayo.

Andrés Fierro Novo. Publicado en la revista EVASIÓN nº 33, Junio 2004

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